New York, I’m a dreamer
Ponle música a este ratito pinchando aquí.
“- Esto es lo que siempre me ha gustado de Nueva York. Estos ratitos en la acera, fumando. Pensando en tu vida. Te hace apreciar la ciudad. Puedes observar los edificios, sentir el aire, ver a la gente. A veces conocer a alguien con quien puedes conversar.
- ¿Sí? ¿Hablar de qué?
- Cosas que le puedes decir a un desconocido. Cuando no hay pasado o culpa."
New York, I love you.
A New York tenía que ir. Pero no porque fuese a impresionarme o a encantarme. No. Los rascacielos, la multitud, las avenidas kilométricas y el ruido es lo último que elegiría en mi vida. Pero creo enormemente que nunca se le puede decir que no a una ciudad hasta haber estado en ella. Y podría hablaros de lo increíble e inmenso que parece el mundo desde el Top of the Rock, de las caminatas, de un Malasaña en pleno Brooklyn, Williamsburg. Del teleférico, el ferry o el olor a pizza y channel. Podría hablaros de mis ojos haciendo chiribitas en el barrio italiano o mi locura por los rituales de Corea Town. De hombres de traje y corbata y mujeres de tacones y labios rojos. También del mejor brunch de todo NY, Queens Comfort. El Chelsea Market lleno de cosas bonitas y sabores o de lo maravillosa que es la vida desde el Highline. Podría hablaros de acudir al teatro en la gran ciudad y ver una versión de Calderón, que toda la vida es sueño. Pero la realidad es que el corazón de New York está en la mirada de todos los que viven allí. No sabría explicaros con palabras lo qué es porque creo que hay que vivirlo, pero ojalá con alguna de estas fotos podáis haceros una idea. Una ciudad que no te permite sentirte o estar solo. Siempre habrá alguien cantando para ti, sonriendo o preguntándote por la vida sólo porque camináis en la misma dirección.
No existe diferencia ni distancia. Hay abrazos gratis y cafés calientes. Y si tengo que quedarme con un lugar, sin duda está en un rincón de Central Park donde suenan versiones con la voz y la guitarra de quien quiera que sea. Pero ahí están, personas que nada tienen que ver compartiendo un mismo momento. Una letra de canción, una sonrisa, un banco o el propio aire. Ahí es donde reside, de verdad, New York. El resto es una milonga. Y mientras todos cantaban, a gusto, tranquilos, en paz y juntos, yo deseé que no terminase ese momento.